sábado, 10 de septiembre de 2016

Imagino tus pensamientos niños
en tu faz de mujer.

Una estrellita virgen como esas que tu pintas,
y brilla en las galaxias ya repletas de adultas
en tu orbe imaginario como el del principito.

Nunca conocerás un hoyo negro,
esos que te devoran como los de mi mundo
y solo te deparan angustias y problemas.
Al mantenerte niña, querrás tocar también el tambor de hojalata,
y mirar la inocencia igual que a una tabla salvadora.

No imagino tristezas que rasguen tu candor,
si ya lo decidiste, sigue por tu sendero.
Existen otros mundos que no has de conocer
pero no te preocupes, no perderás gran cosa.
Eres el símbolo viviente, niña,
de que se puede detener el tiempo.

Mientras seas feliz podré jactarme
 de que algo de mi sangre al fin lo consiguió.

lunes, 5 de septiembre de 2016

La memoria de las mariposas.

En una casa solitaria, unas cortinas roídas cubren las ventanas rotas creando un ambiente de lobreguéz y de abandono.
En derredor, una bandada de mariposas revolotean, y un manto de ellas, ya muertas , cubren el suelo formando una alfombra de colores.
Una vida tan breve, fugaz como esa estrella que deleita a los niños y a la que se le exige un deseo que quizás nunca pueda ser cumplido.
¿Cómo pueden los símbolos más puros de la belleza viva escoger tal escenario para eventos tan solemnes como son los sueños eternos?
En ese sombrío lugar moraba una pareja de ancianos que se desvelaba por tener los pisos y el patio con una gran diversidad de flores con la finalidad de que libaran las aves y las mariposas, siendo estas últimas su debilidad.
La pareja yace en descomposición sobre una cama y el mal olor es atenuado por los aromas de las flores y el petricor que invade todo el ambiente en los tiempos de lluvia.
Algo que no se sabía, hoy se conoce: las mariposas tienen memoria, y también son agradecidas.
Tanta belleza no podía ser tan solo belleza.