El Divague.

Cuando estas vacía y te sientes sola

huyes del presente y vas al pasado

para regresar con resaca enorme

como aquel borracho que al tomar, miró

a Cristo brindando con su propia sangre

expiando pecados y salvando almas.

El hombre creyendo que era vino tinto

corrió confundido y se prometió

limpiarse la bilis y que nunca más

ligaría dioses con su amado trago.

Indiferencia.

Huyes de toda sangre interrumpida
y corres como espanto condenado
del carrusel de nuestra frágil vida,
todo un espectro bien manipulado.

Te molesta que haya tanta herida
no sabes que vivimos en un mundo sangrado
pero abandonas la partida 
como si fueras parte de un ganado.

Por mas que corras vives atrapada
en un mundo en trinchera
y no es posible la escapada.

Y si ves la parca sentada
quizás no seas la primera
pero seguro que estás anotada.
.

Milagros.

Cuando el milagro que ansiabas
no llegó a nuestro destino
las pocas rosas del huerto
se esfumaron como gatos
que de la llovizna huyen
así como suele irse
la bondad del ambicioso
con la mente trastornada
por la codicia sin freno.

Los milagros se fabrican 
con afanes de trabajo
y creencias en la fuerza
de la voluntad humana
que no ha sucumbido ante
la potencia superior
del espíritu que hoy día
están mas lejos del hombre
y su destino de barro.

Son ideas de un ateo
mas creyente en los mortales
que en los signos de los dioses.

No por eso los milagros
de tu mente confundida
nos tienen en falsa espera
o quizás soy perdedor
como una vez me dijiste.

Me imaginas en un féretro
y me ves acariciando
cicatrices como grandes 
premios de guerras perdidas,
vanas luchas a favor
de un mundo de poca fe
indolente y sin memoria.

Es el único milagro
que he perseguido y contempla
como es la cosa, mi amor.