lunes, 5 de septiembre de 2016

La memoria de las mariposas.

En una casa solitaria, unas cortinas roídas cubren las ventanas rotas creando un ambiente de lobreguéz y de abandono.
En derredor, una bandada de mariposas revolotean, y un manto de ellas, ya muertas , cubren el suelo formando una alfombra de colores.
Una vida tan breve, fugaz como esa estrella que deleita a los niños y a la que se le exige un deseo que quizás nunca pueda ser cumplido.
¿Cómo pueden los símbolos más puros de la belleza viva escoger tal escenario para eventos tan solemnes como son los sueños eternos?
En ese sombrío lugar moraba una pareja de ancianos que se desvelaba por tener los pisos y el patio con una gran diversidad de flores con la finalidad de que libaran las aves y las mariposas, siendo estas últimas su debilidad.
La pareja yace en descomposición sobre una cama y el mal olor es atenuado por los aromas de las flores y el petricor que invade todo el ambiente en los tiempos de lluvia.
Algo que no se sabía, hoy se conoce: las mariposas tienen memoria, y también son agradecidas.
Tanta belleza no podía ser tan solo belleza.

2 comentarios:

  1. Una historia muy hermosa, mágica, diría yo, de esas que nos traen a la memoria los cuentos y novelas que nos dejó Gabo, historias para soñar despiertos.

    Quizás se deba a esa capacidad que tenemos los caribeños de dotar a la realidad de un encanto surreal.

    Un preciosidad.

    Abrazo.

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    1. Gracias Madison por la visita, en el trópico es frecuente ese surrealismo, será por el clima, ja ja.

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