lunes, 24 de agosto de 2015

CAJITA, EL DESCUARTIZADOR SALVADOR DE HAITIANOS. De un Anecdotario Carcelario.

Cajita es el sobrenombre del autor del crimen común mas sonado que se conoció hasta ese momento en la República Dominicana. 

Su crimen consistió en invitar a un compañero de estudio a su casa, matarlo, y luego descuartizarlo.

El sobrenombre fue a causa de que al querer botar en el mar los restos de su amigo y que había colocado en una caja que montó en una bicicleta, en el trayecto se topó con una patrulla policial y al querer huir, la caja se cayo desparramando los restos quedando él en evidencia. 

En el juicio y a una pregunta del juez, contestó que quería conocer el cuerpo por dentro, qué se había tomado unos tragos y se "alocó". Por ese crimen fue condenado a la pena máxima. 


Cuando llegué al penal él era ya un recluso de varios años, era una especie de leyenda, con varias fugas, historias violentas y conflictos en la Victoria, famosa cárcel Dominicana. De baja estatura y accionar algo nervioso y de instintos psicopáticos, una especie de poder temido por todo recluso. 

Lo conocí al estar en el pabellón situado frente al suyo donde él tenía un colmadito, privilegio que solo otorgan los años de cárcel. El aroma de una torta o arepa de maíz que preparaba me llamó la atención y me hice un cliente diario mañanero y al mismo tiempo un breve conversador, Cajita era de pocas palabras.

Tenía a la vista una especie de botiquín con algodón, potes y unos envases parecidos a inyecciones, lo que me motivó a preguntarle si estudio medicina, Me respondió que solo dos semestres pero que siguió estudiando en la cárcel.

En mi pabellón, justo a mi frente, estaban siete Haitianos siempre en el suelo, uno de ellos se veía en mal estado con los ojos infectados, y uno de sus compañeros me dijo: que casi estaba perdiendo la vista y cuando iban al hospital de la penitenciaria solo le daban dos o tres aspirinas, alegaban no tener antibióticos. Empeoraba a cada momento y de noche no podía contener los quejidos, el resultado era previsible.

A la siguiente mañana se me ocurrió comentar el caso con Cajita, así que le dije que un Haitiano estaba muriendo y que él podía hacer algo para ayudarlo, Me respondió con improperios sobre ellos, me señaló que fue infectado por unos que estuvieron en su celda y los sacó a palos. Emitió unos epítetos muy agresivos sobre esa nacionalidad, no obstante, cuando me retire le expresé: — En toda la victoria tu eres el único que puede salvarlo". Me miró de reojo y me fui creyendo que lo había dejado pensando.

Eran como las 7.30 de esa mañana, y mas tarde uno de sus sicarios me visita diciéndome que Cajita quería verme. Cuando llego a su lugar me dice en tono tajante, —¡Trae al hombre, tu eres responsable, lo hago por ti! 

Le expliqué a los Haitianos la situación y vaya sorpresa, pusieron el grito al cielo diciendo que ya él los había agredido y maltratado, y que sería una imprudencia y un riesgo caer en las manos de ese hombre. Les expliqué que no había otra salida, solo la ceguera o la muerte y que a veces hay que correr el riesgo. Les hablé con la certeza de que Cajita actuaría de buena fe.

Al fin se decidieron, cargaron el enfermo y allá fuimos todos. Al llegar caja dijo que se bajara los pantalones y se acostara en la cama, sacó una jeringuilla cuyo tamaño me dio escalofríos, imagínense al enfermo. Preparó una disolución no se de que, el hombre estaba temblando y le pedí que se relajara y pusiera los músculos blandos, al Cajita inyectarlo se oyó un quejido como salido de ultratumba, luego le señaló que se quedara un rato en la cama.

En ese momento algo me flaqueó, pues pensé: ¿y que estoy haciendo?. Era un muchacho y el panorama se me presentó algo turbio. Nos retiramos y la espera me hizo olvidar la cárcel, creo que entré y salí del pabellón como 50 veces y fumé como dos cajas de cigarros. Eran la duda y la osadía juntas, luchando a ver cual se imponía.

Ya cerradas las puertas, alguien me dijo ¡ dice Cajita que se coloque aquí !, me señaló un sitio y a través de los barrotes él colocó en el suelo un pote y lo empujo con un palo hasta donde lo podía alcanzar y me dijo: "que se lo beba todo". Al otro día temprano repitió la misma operación. 

Eran horas de la tarde y vi al hombre sentado, aturdido, pero lo vi mas vivo o eso quise ver.

Al tercer día cerca del atardecer, vi al hombre de pie y sus cómpas algo asombrados y felices. Se acercaron a darme las gracias y les dije: —Es a Cajita a quien deben agradecer, y que yo solo fui un intermediario. Así lo hicieron, luego me acerque a caja y lo elogié, (creo que soy bueno en eso, en responder un acto de humanidad y mas en estas circunstancias). El no supo el peso que me quitó de encima el resultado feliz, los interrogatorios policiales no fueron nada comparado con aquella espera del desenlace final.

De ahí en adelante nuestra amistad tomó otro giro, hubo mas confianza e incluso Cajita tenía la potestad de llamar un carcelero para abrir la puerta aun después de cerradas y salir al patio a correr y ejercitarse y pienso, sentirse dueño de todo. A veces me invitaba a que lo acompañara y el carcelero me abría la puerta.

Allí en el patio hablábamos de política, de gobiernos, de sobre-vivencias, fugas, pues el recluso que espera un buen tiempo de cárcel si no habla o piensa en fugas no es un preso, sino un turista haciendo el papel de recluso. 

Cajita incluso se ofreció para ser receptor de mensajes entre los cómpas del área del hospital y los que permanecíamos en los pabellones. Mas adelante logré que él fuera el responsable de facilitar la compra quincenal para los compañeros.

El cambio de Cajita pienso que se debió a que nunca la vida le había presentado la oportunidad de hacer algo parecido, aun fuera una simple inyección, pues lo que importa son los resultados y lo calculó todo y lo hizo con buena fe y respeto.

p.d.
En una calle de Santo Domingo, luego de estar libres, me encontré con uno de los 7 haitianos, él se dedicaba a ofrecer servicios a domicilio, me reconoció y hablamos, le pedí noticias de sus compañeros y me relató que todos eran combatientes contra la dictadura de Duvalier, y que en aquella ocasión fueron emboscados, lo que les obligó a pasar a territorio Dominicano donde fueron apresados.

Al salir de la cárcel se organizaron de nuevo y cruzaron armados a seguir la lucha en Haití, (menos el, pues enfermó) y antes de transcurrir dos meses fueron muertos por los militares haitianos, me dijo que el hombre del problema de salud era su comandante.

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